La píldora anticonceptiva cumplió el año pasado 60 años de haber sido descubierta por el profesor Carl Djerassi. Para el momento del descubrimiento de la píldora, Djerassi no tenía idea de cómo esta transformaría la sociedad. La rapidez con la que fue aceptada impresiono a sus propios creadores en los sesenta.
Según el científico, la píldora dio a las mujeres el control sobre su fertilidad y la libertad de practicar sexo sin su consecuencia natural: el embarazo. Djerassi es frecuentemente cuestionado sobre la relación directa de la píldora con la revolución sexual y el cataclismico cambio en las actitudes de las sociedades.
Aparentemente el profesor no ve ningún vínculo entre el uso del control de natalidad, la proliferación de la promiscuidad y la desestructuración de la familia tradicional.
La píldora, que interfiere con el ciclo natural de fertilidad femenina estimulando las hormonas, ha sido acusada de convertir a las mujeres en instrumentos sexuales para los hombres, pues estos terminan aprovechándose del disfrute sexual sin asumir compromisos.
Pero la anticoncepción artificial, considerada por muchos como uno de los mayores desastres médicos del siglo veinte desde el punto de vista moral y ético todavía está por evidenciar otra consecuencia espeluznante.
El profesor Djerassi ha dicho que cree que si sigue aumentando el número de mujeres que retrasan la maternidad por razones económicas, su invención podría estar pronto sobrando. Las mujeres del futuro optarían por hacer uso de otros métodos que se adaptasen ‘mejor’ a sus ‘necesidades’.
Hay un número enorme de mujeres con altos grados educativos que cuando se enfrentan a su reloj biológico, le ponen más atención a sus ambiciones profesionales. Antes de que se den cuenta ya cumplen 30 años. A la edad de 35 ya habrán perdido el 95 por ciento de sus óvulos y el resto envejecen muy rápidamente.
En la Universidad de Stanford, donde Djerassi da clases, hay profesoras e investigadoras que trabajan entre 60 y 80 horas a la semana y han decidido congelar sus óvulos para usarlos luego. Hoy en día no es inusual encontrar mujeres en la menopausia dando a luz o parejas del mismo sexo convirtiéndose en padres por medio del uso de tecnologías reproductivas (donación de óvulos, de esperma, FIV.
El profesor Djerassi admite que esta es la consecuencia lógica de separar el sexo de la reproducción.
Así se puede encontrar sexo sin bebes y bebes sin sexo, el mundo al revés.
En una sociedad donde la familia y las relaciones humanas no son protagonistas, el futuro de la fertilidad femenina luce totalmente artificial y antinatural. Las mujeres trabajan como hombres para acumular superioridad social y económica. Después quieren ser madres cuando ya la naturaleza dicta que no están aptas para lograrlo.
Un futuro nada deseable para nuestras hijas.
Profesor Carl Djerassi, inventor de la píldora