Cival Mills era jugador de rugby universitario en la Universidad de Pretoria, Sudáfrica. El 8 de Diciembre de 2000, faltando tan solo cinco días para terminar las pasantías requeridas para graduarse de médico sufrió un accidente automovilístico.
Al despertar en la sala de cuidados intensivos se dio cuenta de que no podía mover ninguno de sus miembros. Había sufrido una lesión cerebral que lo había dejado con el síndrome de cautiverio, una condición terrible en la que los pacientes tienen total conciencia pero solo pueden mover los ojos.
El Dr. Mills sabía que estaba en el hospital y que no podía respirar por sí mismo pues estaba conectado a una máquina de respiración artificial. Podía al mismo tiempo percibir el peso de su cuerpo y su falta de control sobre este. No podía hablar, mover ningún miembro, ni siquiera podía tragar su propia saliva.
Desesperado trataba de levantar su brazo o mover su lengua, pero nada sucedía. El mismo ha dicho que se sentía ‘atrapado en un submarino viendo el mundo a través de un periscopio’. Podía escuchar los instrumentos médicos que lo mantenían con vida, cuando lo vencía el sueño lo acechaban pesadillas terribles y recurrentes.
Doctor Mills suplicaba dentro de sí mismo que su condición no fuera permanente. Atormentado por dejarle saber a su familia que percibía el mundo alrededor, unos meses después del accidente alerto a su madre cuando logro sonreír a un dibujo animado que su hermana le mostraba. La primera impresión de la madre de Cival fue que este se estaba ahogando, luego comprendió que intentaba comunicarse.
Cival se sintió muy aliviado cuando pudo oír que le hablaban aun cuando el no pudiera responder. Una cuantas semanas después pudo deletrear: ‘Te amo mama’ en un tablero. Aunque fue un proceso que le tomo más de veinte minutos y que lo dejo exhausto, fue su primer paso hacia poder comunicarse de nuevo.
Los doctores que lo atendían dijeron que había muy pocas posibilidades de que el médico deportista recuperara algún movimiento, pero Cival se negó a aceptarlo.
Después de 4 meses en cuidados intensivos, Cival fue llevado a una sala espinal durante 22 meses donde eventualmente recupero algo de movimiento en su pulgar izquierdo. Ello fue suficiente para permitirle empezar a escribir para contar su historia.