A Jane Plant le diagnosticaron por primera vez cáncer de seno a los 42 años. En aquel momento batallo duramente, el cáncer reapareció 5 veces.
En 1993, cinco años después de que pensó que lo había vencido definitivamente, el cáncer regresó para vengarse. Era la quinta vez que aparecía un tumor, los doctores le dijeron que le quedaban dos meses de vida y a Jane ya no le quedaban más fuerzas para seguir luchando contra la enfermedad que parecía más fuerte que ella. Ya sin esperanzas le pidió a su médico que la ayudara a terminar con su vida en ese momento.
En medio de su tristeza y apenas con fuerza para sollozar pudo oír a su pequeño hijo de apenas 6 años llorando en otra habitación cercana y en ese momento supo que no se permitiría de nuevo considerar dejarlo. Cinco semanas después cuando le dijeron que le quedaban apenas dos meses de vida ya no estaba molesta ni asustada, había tocado fondo unas semanas atrás y estaba en el camino de volver a la lucha.
Decidió utilizar sus conocimientos científicos para buscar una solución a su problema de manera urgente, debía encontrar respuestas rápido si quería tener algún chance de vivir. Esa noche en su oficina ella y su esposo miraron en un mapa la incidencia de varios tipos de cáncer en el mundo. Encontraron que en China el cáncer de seno era de uno por cada 100.000 habitantes comparado con uno cada 10 habitantes en el Reino Unido, donde ella vive.
Sus investigaciones la convencieron de que su cáncer estaba relacionado con la dieta que llevaba por lo que decidió adoptar el tipo de dieta predominante en China, basada en frutas vegetales, nueces, baja en proteína animal y sin productos lácteos.
A los seis meses el tumor había desaparecido, el oncólogo le dijo que simplemente la enfermedad había respondido a la quimioterapia pero que regresaría cuando terminara el tratamiento. Escuchar esto fue un golpe muy duro, pero decidió mantener sus nuevos hábitos alimenticios y vivir la mejor vida posible. Fue una época angustiante, marcada por la búsqueda permanente de quistes y pensando cuanto tiempo de vida aun le quedaría. El tumor nunca regresó.
Tuvieron que pasar seis años hasta que Jane pudo reaccionar al hecho de que aún seguía con vida, se repetía una y otra vez que no estaba muerta!. Fué entonces cuando se convenció de que había vencido definitivamente el cáncer.
Hoy con 65 años y a diferencia de muchas mujeres, el hecho de envejecer no le preocupa, mira cada nueva arruga como una marca de victoria, su premio por haber vencido al cáncer cuando los doctores pensaban que la enfermedad le había ganado a ella.
Jane sigue trabajando como profesora de geoquímica en el Colegio Imperial de Londres y vive en Richmond con su esposo el también profesor Peter Simpson. Tienen tres hijos y seis nietos. Los médicos de le dieron dos meses de vida hace 17 años cuando sus hijos aún eran pequeños, no pueden creer que tenga en sus brazos a su sexto nieto nacido el año pasado.