viernes, 19 de agosto de 2011

El club de las sobrevivientes Parte 2


Ángela Profit fue diagnosticada con cáncer de ovario al comienzo de la primavera de 2001, en aquel momento nadie pensó que viviría lo suficiente para ver florecer los bulbos de flores que sembró poco después de que le dijeran que le quedaba un año de vida.
Cuando Ángela recuerda los días que siguieron a su diagnóstico, reconoce que no tenía ninguna esperanza. Durante más de un año antes de saber que tenía cáncer sospechaba  que algo andaba mal. Los médicos primero le dijeron que tenía el síndrome de intestino irritable, pero el estómago se le hinchó tanto que lucía como si estuviese embarazada, entonces fue admitida de emergencia en el hospital para que le hicieran exámenes más profundos.
Aunque tenía la sospecha de que podía ser algo serio Ángela no esperaba ser diagnosticada con cáncer, dos días después de que le dieran la noticia también le informaron que la enfermedad se había extendido a los pulmones y que era terminal.
Su oncólogo le dijo que la operarían para removerle los ovarios, pero que él no tenía esperanzas de que recuperara.
Ángela pensó en sus padres, quienes con más de ochenta años quedarían devastados con la noticia de su muerte. Luego experimento mucha rabia al pensar que no podría ver a sus nietos o visitar Venecia, la ciudad a la que siempre había deseado ir. También sentía mucha tristeza al pensar que no podría casarse con su compañero por largos años y del que estaba profundamente enamorada.
Después de la operación le rogó a su familia que la llevara a su casa pues estaba convencida de que si permanecía en el hospital, moriría. Su familia y amigos le decían que podía vencer al cáncer, Ángela después de un tiempo comenzó a creer.
Después del diagnóstico nació su primer nieto, se casó con su ahora esposo y fue a Venecia.
Empezó a pasar tiempo en su jardín disfrutando la belleza de las pequeñas cosas que antes nunca tuvo tiempo de notar. Logró una paz que le dio la fortaleza para soportar la quimioterapia. Ella sabía (aunque su doctor lo ignoraba) que tenía suficiente fuerza consigo.
Al darse cuenta de cuanto deseaba esas tres cosas, vio la importancia de establecer objetivos que perseguir. Es algo que ahora hace habitualmente con la ayuda de la medicina convencional y terapias alternativas como la reflexología y llevando una vida más espiritual.
No ha sido fácil, el cáncer ha regresado tres veces a su ingle y a sus nódulos linfáticos. Pero eso no le ha impedido  viajar por el mundo y empezar una nueva carrera como activista en la lucha contra el cáncer.
Hoy con 67 años le cuesta creer que ha visto pasar nueve primaveras inesperadas en su vida y ha visto florecer en su jardín las flores símbolo de su supervivencia. Vive con la enfermedad, pero tiene fe en que las drogas lo mantendrán a raya, y si no, está dispuesta a enfrentarlo con quimioterapia. Mientras tanto continua disfrutando de la vida mientras la tenga consigo.