Pablo y Patricia han recibido diez hijos en dieciséis años. Ante este modelo extraordinario de familia muchos se preguntaran como lo hacen.
Como se las arreglan para mantenerlos, educarlos, recrearlos y hasta quererlos a todos???
Ellos pudieron escoger vivir con la comodidad y certeza de tener la vida milimétricamente planeada sin demasiadas entregas ni sacrificios y sin tomar riesgos. Quizás tres o cuatro hijos y todo en orden.
Pero conquistada la armonía conyugal, ambos gozando de plena salud física y psíquica y con posibilidades económicas para cubrir las necesidades básicas decidieron en cambio repartir sus bienes materiales y espirituales entre los hijos que llegaron: el amor, el pan de cada día, los juguetes, la instrucción, los medios de formación y la herencia.
Pablo y Patricia les ofrecen a sus hijos ni más ni menos que lo necesario para criarlos y educarlos, obviando muchas veces cosas que la sociedad nos impone como necesarias y no son tales.
Pero, más allá de la apertura a recibir con ilusión a cada hijo que llegara, Pablo y Patricia han conocido las posibilidades infinitas que aporta el desarrollo de cada persona dentro de su familia; así reconocen que si uno de ellos faltase, sería privarse, de la riqueza de esa persona y de su aporte a la vida familiar y social. Cada ser es único e irrepetible.
Pablo y Patricia aprecian las características propias de cada uno de sus hijos, quienes les proporcionan una inmensa felicidad. Naturalmente la familia no está exenta de problemas que son parte de la condición humana.
Pero, más allá de la apertura a recibir con ilusión a cada hijo que llegara, Pablo y Patricia han conocido las posibilidades infinitas que aporta el desarrollo de cada persona dentro de su familia; así reconocen que si uno de ellos faltase, sería privarse, de la riqueza de esa persona y de su aporte a la vida familiar y social. Cada ser es único e irrepetible.
Pablo y Patricia aprecian las características propias de cada uno de sus hijos, quienes les proporcionan una inmensa felicidad. Naturalmente la familia no está exenta de problemas que son parte de la condición humana.
Cada niño tiene la oportunidad de aprender de sus propias cualidades y energía la forma de optimizar el ejercicio a fondo de sus capacidades con independencia y responsabilidad propia, y además la ocasión de practicar la paciencia una y otra vez en las situaciones de la vida diaria. Por otro lado, cada miembro de la familia aprende a reconocer sinceramente los méritos y esfuerzos de los demás y el respeto a la propiedad ajena, condiciones indispensables para vivir en sociedad.
La familia numerosa es sin duda el ambiente ideal que proporciona las condiciones adecuadas para que cada individuo desarrolle sus talentos. Es también el sitio idóneo para aprender que la vida está llena de dificultades y que, el afrontarlas y buscarles una verdadera solución sin atentar contra la dignidad de la persona humana es lo que la hará verdaderamente feliz y plena.
Es evidente como la llegada de los vástagos no ha hecho sino contribuir a la felicidad de los dos esposos y además ofrecerles la oportunidad única de llevar a cabo una obra que los trasciende y que es vital para la sociedad.
Salud por Patricia, Pablo y sus diez vástagos!