En Enero de 2010 después de mucho esperar y desear ser bendecida con la llegada de un hijo, Paula Cawte, una británica de 38 años, supo que estaba embarazada.
Todo parecía normal hasta que en Mayo durante la semana 20 un ultrasonido revelo que se trataba de un embarazo ectópico.
En un embarazo normal, el pequeño embrión se implanta en el útero, donde crece y se desarrolla. Pero en un embarazo ectópico, el embrión se comúnmente se implanta en una trompa de Falopio, o más raramente en la cavidad abdominal o en un ovario.
Cerca de uno de cada 70 embarazos es ectópico, en la mayoría de los países el embarazo ectópico es terminado para evitar la ruptura de algún órgano o arteria de la madre.
Paula fue admitida en el hospital después del ultrasonido, paso varias semanas de mucha ansiedad e incertidumbre y además sufría dolores intensos.
Él bebé de Paula se había implantado en el abdomen y por ello los médicos sugirieron terminar con el embarazo. También le dijeron que continuar con el embarazo implicaría arriesgar su propia vida para tener un bebé que probablemente vendría seriamente discapacitado por el hecho de nacer prematuramente o peor aún, morir antes de nacer.
Por lo inusual del caso, les fue permitido tomarse un tiempo para terminar el embarazo después del límite legal de 24 semanas. Los futuros padres, destrozados y en medio de su angustia pedían estadísticas a los médicos para evaluar los chances que tendrían, pero el caso era muy raro y los doctores no podían proveérselas. Las únicas probabilidades de supervivencia que recibieron fueron tres millones en una.
Ambos padres se negaron a renunciar al bebé que esperaban y así fue como acordaron que mientras no existiera un peligro inminente, continuarían tan lejos como fuera posible para darle al pequeño el mejor chance de vida.
Inicialmente los cirujanos pensaron inducir el parto a las 28 semanas pero luego decidieron esperar hasta la semana 32 para que los pulmones del bebe estuviesen más desarrollados. Cuando el equipo médico fue informado de que no había suficiente sangre en el banco del hospital para cubrir los 3 litros y medio que necesitaría Paula, fue transferida a otro hospital donde decidieron inducir el parto a las 30 semanas.
Eva nació el 19 de Julio de 2010 pesando 1.3 kilos y fue inmediatamente transferida a una unidad de cuidados intensivos para neonatos. Mientras Eva estaba en los cuidados intensivos, Paula luchaba por su vida en la sala de operaciones, perdió mucha sangre, al final necesito 5 litros y medio para lograr estabilizarla.
Los doctores determinaron que Eva sobrevivió gracias a que la membrana del abdomen de Paula creo un saco que contenía líquido amniótico, ello ayudo al desarrollo de los pulmones y además la placenta también estaba funcionando correctamente.
Eva dejo el hospital 3 meses después de nacida y con un desarrollo normal, hoy no queda ninguna pista de que fue un bebé prematuro. Es un verdadero milagro y un regalo para sus padres quienes estuvieron dispuestos a todo por la vida de su pequeña.