Hace trece años en 1998, Sue Wigg fue referida al dermatólogo con una irritación en la piel que no mejoraba. Resultó que tenía una forma extraña de cáncer interno de piel extremadamente letal.
Al principio se sintió tranquila de tener el diagnóstico correcto pues así los médicos sabrían exactamente como tratar la enfermedad. En ese momento nadie le planteó las cosas como de vida o muerte. El golpe duro vino cuando los doctores descubrieron un tumor inmenso en su hígado, Sue no podía creer que no se hubiese dado cuenta.
La operaron para extirpar el tumor principal y recibió quimioterapia para los tumores secundarios. Después de tres sesiones de quimioterapia comenzó a sufrir dolores de cabeza y malestares. Esto condujo al descubrimiento de otro tumor en su cerebro, los doctores decidieron que el tratamiento debía ser suspendido.
Le advirtieron que perdería sus facultades cognitivas, lo que la angustio enormemente. Le pregunto a sus doctores cuanto tiempo le quedaba y ellos no sabina responderle. Entonces le dijeron que el cáncer estaba creciendo más rápido de lo que ellos podían contener y que no creían que sobreviviría más de unas pocas semanas.
Engullida por la tristeza de que no vería a sus hijos pasar por la universidad o casarse y tener hijos se sometió a una nueva cirugía en el cerebro y entonces ocurrió lo imposible, el cáncer comenzó a ceder.
Fue entonces cuando se aferró a la esperanza de sobrevivir.
Sue comenzó a recuperar la confianza poco a poco, se sentía mejor y comenzó a atreverse a hacer planes para el futuro.
Desde entonces ha sufrido algunos reveces, le fue removido un lunar canceroso de la pierna y en julio de 2010 nódulos linfáticos fueron extirpados de su ingle, pero Sue ya no se preocupa de cuándo va el cáncer a llevársela y se ocupa de vivir intensamente.
En su mente tiene dos edades: se siente 56 y de 13, el número de años que ha vivido desde su diagnóstico terminal. Estos trece años han sido los más intensos y profundos de su vida.
Sigue trabajando como maestra de niños con necesidades especiales viven en Brighton con su esposo Michael. Tienen dos hijos de 29 y 31 años.