jueves, 21 de junio de 2012

Bram Harrison y su victoria sobre la adversidad


Dos semanas antes de cumplir los 24 años de edad, Bram Harrison se cayó de su bicicleta y recibió un fuerte golpe en la cabeza que le produjo un severo daño cerebral. El resultado del accidente fue una condición tetrapléjica, Bram solo puede mover sus ojos y sus parpados.

Hoy, diez anos después del accidente y con 34 años se comunica con el mundo exterior por medio de sus ojos: mirar hacia arriba significa ‘si’, hacia abajo significa ‘no’, cruzarlos hacia adentro significa ‘no se’.

Posee una computadora especialmente adaptada para obedecer a sus parpadeos. Así, escoge letras y palabras abriendo y cerrando sus parpados frente a  la pantalla de su computadora que traduce en lengua escrita y hablada.

Esto le permite responder mas específicamente a preguntas sobre que quiere y como se siente  y también dialogar con su familia y con el pequeño grupo de personas que lo atienden y lo cuidan.

El soporte que le proporciona la computadora le ha permitido también trabajar como DJ en su propio radio show por internet. Aunque le toma semanas subir las listas de reproducción, su página cuenta con una audiencia de más de mil escuchas.

Hace varios años un doctor le pregunto a Bram que deseaba  que hicieran los equipos médicos si por alguna razón su corazón dejara de latir. En otras palabras, si quería ser resucitado o si prefería que lo dejaran morir. Bram miro arriba inmediatamente. Deseaba vivir entonces y sigue deseando vivir ahora.

Su deseo de vivir una vida larga, saludable y llena de significado puede parecer incomprensible para muchos. En su página web eyelife.org escribe acerca de la soledad de vivir en su condición y de su deseo de enamorarse. Pero estos obstáculos no le impiden ser feliz.

Adora mirar a su familia, especialmente a sus tres sobrinos, disfruta ver películas y deportes, especialmente futbol. Es fanático del equipo del Arsenal desde que decidió llevarle la contraria a una se sus enfermeras. Últimamente estudia polaco, un interés que surgió a través de una de las personas que lo cuidan.

Ha dicho que estar tetrapléjico no es una situación inaguantable, imposible de sobrellevar. También ha afirmado que el disfruta su vida aunque este limitada.

Y es que la mayoría de la gente con discapacidades severas no desea morir, lo que desea es soporte para vivir lo mejor posible. Con la ayuda apropiada aun las personas con discapacidades severas pueden ver el significado y el propósito de sus vidas, inclusive ante un enorme sufrimiento.

jueves, 14 de junio de 2012

Nuestra experiencia en el VII Encuentro Mundial de las Familias


Somos una familia de cuatro miembros, papá, mamá, una niña de once años y un niño de ocho. Siendo muy felices y con la bendición de que Dios nos regalara una niña y un niño, nuestra familia estaba completa.  

Estimamos tener los recursos (físicos y económicos) justos para los cuatro y por lo tanto decidimos, naturalmente, quedarnos con ese número de miembros.

Quisimos asistir al Encuentro para conocer y compartir con otras familias que como nosotros, también luchan a diario para superar los retos de la vida diaria sustentados en la fe en Cristo y acompañados por la Iglesia. 

Una de las abuelas se animó a acompañarnos y así fue como nos alistamos, los cinco, a participar del Congreso Teológico Pastoral y de los Encuentros con el Santo Padre.

A veces parece que olvidamos que los seres humanos somos generosos y tendemos a la bondad. Estamos acostumbrados a mirar el lado malo de las cosas y nos cuenta creer que pueda haber en el mundo gente dispuesta a abrir su corazón a quien lo necesite, sin importar que se trate de un extraño o hasta cinco desconocidos!.

La noche antes de partir a Milán supimos que nos acogería una familia numerosa. Se trataba de la mama, el papa y cinco hijos entre los cuales había un par de morochos.

No entendíamos como una familia que parecía ser ya demasiado grande (y probablemente con bastante trabajo) estaba lista para recibir en su casa a otra familia completa con abuela y todo.

Por si fuera poco, en el mismo correo previo a nuestra llegada, les confirmamos que la abuela tenía necesidades especiales pues había sufrido polio de pequeña y sufria secuelas que requerían de  arreglos particulares.

Desde que llegamos a Milán nos sentimos acogidos con un cariño enorme. Los dueños de la casa insistieron que nos quedáramos en su habitación y a nuestros hijos y a la abuela los hospedaron en las habitaciones de sus hijos, mientras toda la familia milanesa se fue a acampar junta a un solo cuarto pequeño y muy sencillo en colchonetas.

Así, nos cedieron su casa, todas sus comodidades y sus recursos a nosotros, los extraños.

Durante los días que estuvimos juntas las dos familias rezamos juntos el rosario y compartimos algunas de las historias de los pequeños y grandes milagros que Dios ha obrado en las dos familias. Supimos por ejemplo que durante una peregrinación, la mamá y el papá milaneses, separadamente y sin conocer la oración del otro, pidió a Dios que llegara otro hijo y poco tiempo después se entraron que tendrían morochos; Dios le había enviado a cada uno el regalo por el que había rezado!

La familia anfitriona cuidó de todos nosotros, nos alimentó y hasta ropa nos metió en la lavadora (y nos la devolvieron doblada y planchada)!   

Durante el Congreso Teológico Pastoral, escuchamos a los expertos hablar de la importancia de la familia como el lugar idóneo para el desarrollo de la persona  y como recurso para la sociedad. Se evidencio una vez más que la familia es el recurso más valioso de la humanidad.

Pero la generosidad de la familia que nos acogió, nos hizo reflexionar personal y profundamente sobre el mensaje del Papa Benedicto XVI: En la familia se experimenta que la realización del ser humano es dar. La donación gratuita a los demás es lo que ‘enciende en el corazón la luz de la paz que ilumina al mundo’. 

La experiencia que nos dejo el VII Encuentro Mundial de la Familia en Milán nos ha llenado de la fuerza necesaria y la confianza para abrirle las puertas sin egoísmos a la vida.

Hemos decidido abandonarnos en El Señor y recibir con todo el amor del mundo a los hijos que Él nos quiera regalar.